¿Qué sigue ahora?
Cuando el trabajo deja de marcar el ritmo diario, comienza una nueva etapa llena de preguntas y oportunidades. Hace un año, lanzamos un programa para acompañar a quienes están por retirarse de Tecpetrol. Rubén Szych, coach del programa, y Carlos Videla, uno de los participantes, cuentan su experiencia.
El final de la vida laboral de empresa marca un punto de inflexión que cada persona vive de manera diferente. Para algunas, es un momento de ilusión y nuevos proyectos, la oportunidad de dedicarse a aquello que postergaron. Para otras, es un salto a lo desconocido, donde la rutina y el sentido de pertenencia que daba el trabajo dejan un vacío difícil de llenar. Tras décadas en una compañía que les brindó identidad y propósito, la pregunta sobre qué viene después puede generar desde entusiasmo hasta incertidumbre.
Conscientes de este reto, en el marco del eje Generaciones del programa +diversidad, el año pasado lanzamos un piloto de una iniciativa para acompañar a personas próximas a retirarse, con el objetivo de brindarles herramientas que les permitan repensar su futuro.
Rubén Szych, coach especializado en liderazgo y gestión corporativa, describe este momento como un desafío profundo: “El momento del retiro no es solamente dejar un puesto, sino una parte de la identidad. El trabajo estructura la vida y su ausencia puede generar un vacío. La clave es entender que esta etapa no es el final, sino la oportunidad de pagar viejas deudas con uno mismo”.
El programa no solo brinda contención, sino que impulsa la reflexión y el autoconocimiento. “Cada historia es única, pero hay un denominador común: la necesidad de visibilizar esta etapa como una oportunidad de desarrollo. Está demostrado que, cuando las personas tienen proyectos y propósitos, su bienestar y calidad de vida mejoran. La clave es aprender a vivir esta nueva etapa, no solo aceptarla”, explica.
Carlos Videla, quien se desempeñó en el área de Seguridad, Ambiente y Salud de Tecpetrol y fue uno de los cuatro participantes que formaron parte esta iniciativa, admite que al principio no sabía qué esperar. Su carrera lo llevó por distintos continentes, desde Asia hasta Europa, pero enfrentarse a la jubilación fue un reto completamente distinto. “Este ha sido el programa más desestructurado de mi vida, y como ingeniero, acostumbrado a medirlo todo, eso me sacó de mi zona de confort. Fue lo mejor que me pudo pasar. Me ayudó a entender que debía encontrar un equilibrio y darme tiempo para disfrutar de mi familia”, cuenta.
El espacio de reflexión también le permitió cambiar la perspectiva sobre su propia trayectoria. “En mi generación, el mandato era trabajar, trabajar y trabajar. Aprendí que tengo que darme permiso para hacer cosas que siempre quise, como aprender a tocar el saxo. También entendí la importancia del bienestar físico: si quiero seguir disfrutando esta etapa, necesito cuidarme. El programa me ayudó a ver que el retiro no es un cierre, sino una oportunidad para redefinir mi vida con más libertad”.
Para quienes están próximos a dar este paso, tanto Rubén como Carlos coinciden en que la clave es prepararse con anticipación. “Jubilarse no es algo que ocurre de un día para otro, es un proceso. Comenzar a trabajarlo antes ayuda a visualizar el futuro de manera más clara y serena”, enfatiza el instructor.
El programa sigue evolucionando y adaptándose a las necesidades de cada persona, pero su propósito es claro: acompañar, reconocer el camino recorrido y abrir la puerta a nuevas posibilidades. Porque, como dice Rubén, “somos seres en construcción y nunca dejamos de aprender”.
Dado el buen recibimiento de esta iniciativa, se incorpora como programa de apoyo para aquellas personas que se retiran, con más de 20 años de antigüedad en Grupo Techint.