Verso a verso: conozcan la historia de Don Manuel, mi padre poeta
A los 77 años, el padre de Ernesto Gamboa, supervisor de mantenimiento en Campo Pendare, publicó su primer libro de poemas, en los que rescata sus vivencias y un registro cultural en extinción.
Somos oriundos de la provincia de Vélez, una región en el alto del departamento de Santander, que es conocida como la cuna del tiple y el requinto, ambos instrumentos de doce cuerdas, similares a la guitarra. Mi abuelo fue músico y con ellos tocaba la guabina, un género típico de la zona que se basa en la creación de coplas y versos. El maestro Jorge Ariza Lindo es un claro exponente de esta expresión cultural que se está perdiendo en las nuevas generaciones.
Y entre 12 hermanos, mi padre Don Manuel Gamboa Quiroga fue el único que heredó la afición y también un instrumento, una reliquia artesanal de los 50 que mi abuelo había adquirido por la módica suma de tres pesos colombianos. Desde su infancia tuvo una gran vocación por la literatura, y desde la juventud ha venido escribiendo los poemas que ahora aparecen publicados en un libro, Vivencias en versos y claves para conquistar. La jocosa verdad, editado por un sello lituano y de distribución internacional.
Tenía yo unos 10 años cuando en el pueblo se celebró el Día del Campesino y mi padre compuso aquel poema en honor a un político de la zona, que se había ido a la universidad al exterior y regresó para ser senador nacional. Yo era un niño y fue muy emotivo y gratificante ver cómo lo declamó mentalmente, sin leerlo ni equivocarse. Hoy, a sus 77 años, lo hace de la misma manera y eso lo mantiene saludable .
Lo que hace mi padre son versos tipo copla, en un registro muy autóctono y natural. Hizo su biografía en versos, con remembranzas de su vida y cuando le preguntan quién le enseñó a hacer versos dice: yo nací así. Escribe sobre todos los temas, en el libro quedaron del covid, para hacerlo jocoso y sacarle el estrés, y ya tiene un poema por la guerra de Rusia y otro del Mundial.
Él escribía originalmente en hojas sueltas y nosotros le regalamos agendas y cuadernos, donde después él los corrige, yo los digito al computador y los vamos compilando. Ahora tenemos de 70 a 75 composiciones diferentes para un nuevo libro, pero aparte tiene más de 200 de diferentes temas. De esos, entre 50 y 60 solo hablan del comunismo.
También para la fiesta de la madre ha escrito poemas,. Y cuando hay un familiar cumpliendo años le saca enseguida un poema para felicitarlo. Ahora lo va haciendo en el WhatsApp y lo envía al grupo de la familia. Con un sobrino mayor tenemos ya un documento editable y los vamos recopilando ahí.
Mi padre poeta tiene esa suspicacia de la región de Vélez, un humor muy autóctono, vinculado a géneros subsidiarios como el torbellino, que es un baile folclórico donde los versos se van expresando en contrapunto. El libro es muy jocoso, y todos en la familia y en el pueblo quieren leerlo, aunque tiene tantos regionalismos y costumbrismo que al final incluye un glosario para que los que no son nativos puedan saber de qué está hablando.
Presentamos el libro en Bogotá, ciudad donde yo vivo y hasta donde mi padre llegó desde Cúcuta para estar presente. Declamó los poemas de memoria delante de autoridades nacionales de cultura, escritores y hasta de doctores en letras que llegaron desde Estados Unidos. Algunas personas también leyeron poemas que les interesaron. Fue un momento muy emotivo para la familia y los amigos de la región, y muy enriquecedor para que estas expresiones no se pierdan.
De lo más tradicional, en nuestro pueblo es muy común poner seudónimos no a las personas sino a las familias, que se conocían así y no por apellidos. Mi padre los compiló en una composición y después hizo otra para decir donde estaban asentados geográficamente. Mi bisabuelo era un hombre alto y fuerte, tenía las manos demasiado grandes, era un campesino, y en medio de las labores de la granja nació el apodo, a raíz de que tenía la fuerza de un burro. Desde entonces, los Gamboa somos “los burros”.
*Ernesto Gamboa es Maintenance Lead Supervisor en Tecpetrol Colombia, tiene tres hermanos y junto a uno de ellos, con un poco de dedicación, también hacen versos. Una sobrina se dedica a la música y uno de sus hijos toca el piano, heredando la vena artística del abuelo.