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En buena compañía se llega más lejos

Rafael García reflexiona sobre el trabajo en equipo, uno de los motores para construir en plazo la Central Processing Facility de Campo Pendare. Con su gente, crearon las arepas fusión.

Noviembre 2019. Rafael García se unía al proyecto de la CPF de Campo Pendare. Se sumaba para fortalecer el equipo a cargo de la construcción de los siete tanques del proyecto. Las sensaciones fueron buenas: “Se venía algo fuerte, complejo, pero tuve la gran fortuna de encontrarme con viejos compañeros, con quienes ya había trabajado”.

Rafael, Facilities Lead Supervisor, reflexiona con Tecpetrol Hoy desde el bloque Campo Pendare. “Tuvimos buen feeling. Es un grupo compacto, comunicado, maduro, con todas las áreas conexas: me sorprendió mucho, porque se comportaban como una familia, un grupo chévere de amigos, mi adaptación fue automática”.

Tres meses después, llegó la pandemia. Empezaron los contratiempos y como siempre, la búsqueda de soluciones: “Fue un reto fuerte con los contratistas en plena construcción. Llegamos a tener  unas doscientas personas en campo, compartiendo espacios reducidos”. Tecpetrol conformó células: cuadrillas de trabajo con un coordinador SAS, un jefe líder y el personal de labor. Cada célula existía aislada de las otras, desayunaban, almorzaban, cenaban y se transportaban de manera retirada de las demás.

Rafael Garcíaen su puesto de trabajo de todos los días.

“En algún momento tuvimos hasta treinta células: había grupos de soldadores, armadores, pintores, logística, administración, etc”. Rafael destaca la formación de  vínculos internos: “La unión fue fuerte para sostener el proyecto. Puso a prueba a todos los equipos, al área de comunicaciones, gestión, y al gran liderazgo de la gerencia SAS de Tecpetrol Colombia”.

No hubo contagios masivos pero sí contagios que obligaron a aislamientos, incluso en el campo. El dinamismo del proyecto lo demandaba: “Terminó con mejores resultados de lo que esperábamos. Estuvimos todos muy comprometidos con la planeación de los días, organizamos cronogramas con tareas específicas de cada equipo. Un reto grande de planeamiento”. Se trabajó como una planta industrial, en serie: divididas en áreas, una célula terminaba su actividad y entraba la siguiente.

Una aceitada maquinaria con énfasis en el factor humano: “Se logró por la gente. Totalmente. Hubo una unión especial, la circunstancia nos acercó y nos comportamos como una familia, lo viví así. Suena exagerado pero hubo una sintonía total de trabajo, confianza y seguridad en un equipo de alto rendimiento”.

El proyecto fue completado en un año y medio, sin incidentes ni situaciones graves, con mucho aprendizaje y costumbres nuevas: “Tomamos el hábito de hacer arepas por turno, comenzó un amigo venezolano y preparamos las masas, el relleno y ahora es una mezcla de sabores y colores. Mezclamos Venezuela con la Costa Atlántica, el Llano colombiano y la región Andina de Colombia. Son muchos sabores: queso costeño, queso de Santander, aguacate, cebollita, chorizos”.

Hasta ese punto de integración llegaron, una forma en común de hacer las cosas, que incluyó hasta la fusión de sabores: “Es que mucho secreto no hubo. Unión y compañerismo. Nada más”, reflexiona Rafael con una sonrisa desde el CPF Pendare bajo el sol del mediodía del Llano colombiano.

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