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Salud emocional: la carrera de los 100 km 

Inspirada en la teoría de la cocreación, la coach organizacional Sabrina Díaz Ibarra comparte un recurso útil para afrontar momentos de inquietud y preocupación. 

El cambio de contexto provocado por la pandemia nos obligó a redistribuir nuestros tiempos, reorganizar nuestros espacios virtuales y presenciales, despertando a una nueva visión. Como apuntábamos en el artículo “El mundo cambió, ¿qué nos mueve?”, hoy todo es LIFE (vida). ¿Cómo se encuentra un equilibrio entre el mundo de trabajo, el ámbito personal, familiar, la virtualidad combinada con la presencialidad? El desafío actual se vuelve superlativo, no tenemos recetas, la experiencia es inédita. En este sentido, las publicaciones evidencian que estamos ante un fenómeno con distintas velocidades de impacto pero definitivamente global. 

Como parte de este sistema pensante, me pregunto ¿cómo es posible que los momentos en los que me siento confiada y enfocada se alternan con tanta frecuencia con otros en los que me siento cansada, triste o enojada? ¿Cómo recupero el equilibrio? ¿Qué dice de mi mundo emocional? Cuando estas preguntas me invaden, la ansiedad crece, la cabeza se desordena, igual que las emociones.

Sabrina Diaz IbarraCoach organizacional

Para bajar la ansiedad, me sirve un ejercicio práctico: visualizar un camino de 100 km.

Esta estrategia nos propone tomar recursos de la teoría de la cocreación, que nos invita a visualizar un escenario para preparar nuestra mente, para que después el cerebro pueda reconocer ese camino. Se trata de imaginar escenarios para que cuando te encuentres en un momento de inquietud o preocupación, puedas entender que es un momento en tu vida, una transición (¡la vida lo es! Y a veces nos olvidamos que tiene un principio y un fin). 

Si pensamos en ese camino de incertidumbre como una meta deportiva de 100 km, los primeros 50 km vamos a enfocarnos en lo que está al alcance de la mano. Poner el foco en lo que sí depende de mí y puedo gestionar, sabiendo que es una etapa de autoconocimiento. Hay que dejar de buscar respuesta afuera y mirarnos desde la curiosidad, antes que mirar lo que está pasando con tanta carga.

Observar esos primeros 50 km desde un espacio emocional diferente: ok, esta es info nueva para mí, no poner etiquetas o buscar antídotos… Somos alarmistas y buscamos matar al síntoma, en una rutina que nos provee seguridad psicológica. La propuesta es salir de las respuestas automáticas tan reactivas y pensar: mirá lo que me está pasando. Y verlo como un camino a transitar, eso nos trae al momento de transición. Esto va a pasar: es un alivio, es hoy. 

A veces, en estos primeros 50 km nos encontramos con emociones a las que no le podemos poner nombre, porque el mundo emocional fue reprimido en el sistema educativo. Cada emoción me va a dar info valiosa para mí, esa data es diferente para cada uno de nosotros. La propuesta es llegar al km 100 haciendo los aprendizajes. Que todas las conversaciones sean al servicio de los aprendizajes que nos debemos, los que nos incomodan y sin buscar atajos.

Los primeros 50 km son para conectar con lo que está pasando, en un trabajo de alfabetización emocional (¿Qué me dice esto de mí?); para en los segundos 50 km no perder la noción de que estamos caminando este proceso, en momentos de dificultad. El quiebre puede ser doloroso: hay una parte en mí que así como está ya no va más. Eso produce angustia, dolor, sufrimiento. Puede ser una encrucijada o un pensamiento recurrente, pero todos los quiebres tienen una hendija donde dejar pasar luz. Son estos caminos nuevos. 

Atrás de un “basta” parece que hay un abismo, pero también podemos verlo como que viene un enorme camino de rediseño.

En estos segundos 50 km es cuando uno empieza a relacionarse con un otro, cuando aprende a abrirse para tener conversaciones sobre futuros compartidos y límites. De diseñar nuevos espacios de trabajo, convivencia, nuevas formas de vincularnos.

Pero no solo de cada uno. La forma de liderar de los últimos 20 años ya no funciona más. Buscamos diseñar un espacio organizacional entre todos. Los cambios son progresivos y hay que respetarlos, pero no puede ser lineal, más bien es espiralado.

Cuando uno atraviesa los primeros 50 km ya no llega igual. Ya no soy quien era en el km cero. Esa es la magia.

Sabrina Diaz Ibarra

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